Análisis de datos y resultados
El siguiente análisis estuvo conformado con una muestra de 35 participantes con edades entre los 19 a 55 años. En la variable de género se mostró un porcentaje de respuesta menor en hombres, correspondiente al 25.7%, mientras que en mujeres se obtuvo un 74.2% de participación. Otros aspectos importantes encontrados e interpretados son:
- El 60% de los participantes son pertenecientes al Estado de México, mientras que 25.7% son pertenecientes a la Ciudad de México.
- El 97.1% de los participantes vive en una zona urbana. y solo el 2.8% cuenta con doctorado.
- El 40% de los participantes cuenta con un nivel educativo actual de licenciatura, 11.4% cuenta con una maestría, 31.4% cuenta con el bachillerato
- El 85.7% de los participantes reportó conocer a alguien con problemas de salud mental, mientras que el 14.2% reportó no conocer a nadie. De las personas que reportaron conocer a alguien con problemas de salud mental, el 57.1% reportó que la persona era un familiar, 22.8% reportó que la persona era una amistad, 11.4% un colega del trabajo, 5.7% un compañero de clase y, finalmente, un 22.8% reportaron ser ellos mismos.
Siguiendo este análisis estadístico descriptivo, los datos sobre el nivel de conocimientos en salud mental (véase Tabla 1) indican que, en promedio, los participantes obtuvieron una puntuación media de 66.0571 en el Cuestionario de Conocimientos en Salud Mental. Esto sugiere que, en general, los participantes tienen un nivel medio de conocimientos sobre salud mental. Asimismo, la desviación estándar de 9.6709 indica que hay cierta variabilidad en las puntuaciones, lo que significa que algunos participantes tienen un nivel de conocimientos más alto y otros un nivel más bajo en comparación con la media.
El hecho de que la moda sea 64, lo que corresponde al 17.14% del total de participantes, sugiere que esta puntuación es la más frecuente en la muestra. Esto indica que un grupo significativo de participantes obtuvo una puntuación de 64 (rango de nivel medio de conocimientos en salud mental), lo que podría sugerir que este nivel de conocimientos en salud mental es común en la muestra.
El rango de puntuaciones, que va desde 48 hasta 88 (véase Tabla 1), muestra la amplitud de las puntuaciones en el cuestionario, lo que indica que algunos participantes tienen un nivel medio de conocimientos en salud mental (puntuación de 48) mientras que otros tienen un nivel alto (puntuación de 88). En general, estos datos sugieren que hay variabilidad en el nivel de conocimientos en salud mental de los participantes, pero que la mayoría se encuentra en un rango medio, destacando que ningún participante obtuvo un nivel bajo en esta variable, lo cual también se observa en la Figura 1.
Por su parte, los datos sobre el grado de estigma en salud mental indican que, en promedio, los participantes obtuvieron una puntuación media de 25.5143 en la Escala de Devaluación y Discriminación Positiva (véase Tabla 1). Esto sugiere que, en general, los participantes experimentan un grado medio de estigma en relación con la salud mental, con una desviación estándar de 8.2225.
El hecho de que las respuestas se concentren en el rango de 25-30, con el 28.57% del total de participantes (véase Figura 2), sugiere que estas puntuaciones son las más frecuentes en la muestra. Esto indica que un grupo significativo de participantes experimenta un grado de estigma en medio en salud mental. El rango de puntuaciones, que va desde 0 hasta 39, muestra la amplitud de las respuestas en la escala de estigma. Al observar que el mínimo es 0 indica que algunos participantes no experimentan ningún tipo de estigma en relación con la salud mental, mientras que el máximo de 39 indica que otros experimentan un grado alto de estigma. En general, estos datos sugieren que hay variabilidad en el grado de estigma en salud mental de los participantes, pero que la mayoría se encuentra en un rango moderado.
En términos de normalidad (véase Tabla 2), al realizar el análisis de los resultados obtenidos en la Escala de Devaluación y Discriminación Percibida mediante la prueba de Shapiro-Wilk, se encontró que el valor del estadístico fue de 0.953, lo que indica que la distribución de estos datos no difiere significativamente de una distribución normal. Este resultado es relevante, ya que sugiere que los puntajes obtenidos en la escala siguen una distribución esperada en una población sin sesgos significativos.
Además, al evaluar el valor p asociado a la prueba, que fue de 0.138, se observa que dicho valor es mayor que el nivel de significancia convencionalmente utilizado (0.05). Este hallazgo sugiere que no existe suficiente evidencia para rechazar la hipótesis nula de que los datos provienen de una distribución normal. Por lo tanto, se puede concluir con un nivel de confianza del 95% que los datos de la Escala de Devaluación-Discriminación Percibida parecen seguir una distribución normal.
Por su parte, al aplicar la prueba Shapiro-Wilk a los resultados del Cuestionario de Conocimientos en Salud Mental, se encontró que el valor del estadístico fue de 0.965. Este resultado sugiere que la distribución de los datos obtenidos en el cuestionario no difiere significativamente de una distribución normal, ya que el valor se acerca a 1, que sería indicativo de una distribución perfectamente normal. Además, al observar el valor p asociado a la prueba, que fue de 0.325, se concluye que no existe suficiente evidencia para rechazar la hipótesis nula de normalidad de los datos.
Este hallazgo es valioso, ya que indica que los puntajes obtenidos en el Cuestionario de Conocimientos en Salud Mental siguen una distribución esperada en una población sin sesgos significativos. Esto sugiere que los participantes han respondido de manera variada y que no se observan tendencias o patrones inusuales en sus respuestas. Además, al cumplir con el supuesto de normalidad, se refuerza la validez de cualquier análisis estadístico realizado con estos datos, como la correlación con la Escala de Devaluación-Discriminación Percibida.
De esta manera, los resultados de la prueba Shapiro-Wilk para ambos instrumentos son importante en el contexto del análisis de correlación, ya que la correlación de Pearson asume que las variables están distribuidas normalmente. Al verificar que los datos cumplen con este supuesto, se fortalece la validez de la correlación realizada entre el grado de estigma medido a través de la escala y nivel de conocimientos obtenido mediante el cuestionario, lo que fortalece la validez de los resultados obtenidos en el estudio y proporciona mayor confianza en las conclusiones derivadas del mismo.
Ahora bien, en cuanto a la correlación entre el nivel de conocimientos y el grado de estigma (véase Tabla 3), el coeficiente de Pearson de 0.199 indica que hay una relación lineal muy débil entre el nivel de conocimientos en salud mental y el estigma en salud mental en el estudio, lo cual también se observa en el diagrama de dispersión (véase Figura 3). Esto sugiere que, en promedio, tener un mayor nivel de conocimientos en salud mental no está fuertemente asociado con experimentar menos estigma relacionado con la salud mental. Aunque la dirección de la correlación es positiva, lo que significa que a medida que el nivel de conocimientos aumenta, el estigma tiende a disminuir ligeramente, esta relación es muy débil y no es estadísticamente significativa.
Por su parte, la significación bilateral (2-colas) de 0.251 indica que, en la muestra, no hay suficiente evidencia para afirmar una diferencia significativa. Esto significa que la relación observada entre el nivel de conocimientos en salud mental y el estigma en salud mental podría haber ocurrido simplemente por casualidad y no reflejar necesariamente una relación real en la población de interés.
Es importante tener en cuenta que la falta de significación estadística no descarta la posibilidad de que exista una relación entre el nivel de conocimientos en salud mental y el estigma en salud mental en la población más amplia. Otros factores, como el tamaño de la muestra, la heterogeneidad de la muestra y la precisión de las medidas utilizadas, pueden influir en la capacidad para detectar una correlación significativa.
Para obtener una comprensión más completa de la relación entre el nivel de conocimientos en salud mental y el estigma en salud mental, puede ser útil realizar análisis adicionales, como estudios cualitativos o análisis de subgrupos, para explorar más a fondo cómo estas variables se relacionan entre sí y con otros factores relevantes en tu contexto específico.
Estos resultados sobresalen, ya que comúnmente se asume que un mayor conocimiento en salud mental estaría asociado con una menor tendencia al estigma. Sin embargo, este hallazgo destaca la complejidad de la relación entre el conocimiento y el estigma en salud mental, sugiriendo que simplemente aumentar el conocimiento en esta área puede no ser suficiente para reducir el estigma. Es posible que otros factores, como las actitudes y creencias individuales, también influyan en la percepción y expresión del estigma.
Estos hallazgos tienen importantes implicaciones para el diseño de intervenciones destinadas a reducir el estigma en relación con la salud mental. Es posible que se requieran enfoques más complejos y específicos que no solo se centren en aumentar el conocimiento en salud mental, sino también en abordar las actitudes y creencias subyacentes que contribuyen al estigma. De esta manera, se podría lograr un impacto más efectivo en la reducción del estigma y en la promoción de una mayor comprensión y aceptación de las personas que viven con trastornos mentales.
Interpretación
La relación entre el conocimiento en salud mental y el estigma en salud mental es compleja. Mientras que algunos estudios sugieren una falta de correlación significativa entre la alfabetización en salud mental y el estigma (Cheng et al., 2018), otros indican que un mayor conocimiento en salud está asociada con niveles más bajos de estigma (Almeida et al., 2023; Fleary et al., 2022; Moro y Rocha, 2022). Por su parte, un estudio de Lo et al. (2021) resaltó que la relación entre la alfabetización en salud mental y el estigma hacia las enfermedades mentales puede variar según el tipo de enfermedad mental considerada. Esto indica que la complejidad de las condiciones de salud mental puede influir en la asociación entre el conocimiento y el estigma.
Asimismo, los desafíos en el desarrollo de la alfabetización en salud mental pueden contribuir al estigma en torno a la búsqueda de ayuda para trastornos mentales (Yulianti & Sugiharto, 2022). En este sentido, la investigación ha demostrado que aumentar el conocimiento en salud mental por sí solo puede no ser suficiente para reducir el estigma hacia la salud mental (Williston et al., 2020; Dir et al., 2018). Estos hallazgos sugieren que, aunque el conocimiento en salud mental es importante, no siempre se correlaciona directamente con una reducción del estigma hacia la salud mental, subrayando la naturaleza multifacética de la relación entre la alfabetización en salud mental y el estigma, resaltando la necesidad de una mayor exploración e intervenciones personalizadas para abordar eficazmente el estigma hacia la salud mental. Es esencial considerar el contexto más amplio, incluidos factores sociodemográficos y el enfoque específico de los programas de alfabetización en salud mental, para comprender la relación matizada entre el conocimiento en salud mental y el estigma.
Los resultados de la presente investigación no encontraron una interacción significativa entre el conocimiento en salud mental y el estigma, lo que coincide con lo referido por Cheng et al. (2018) y contradice la noción de que un mayor nivel de conocimiento en salud mental disminuye el estigma hacia la salud mental, como sugería la hipótesis inicial. Esto no significa que no exista una relación, pero sí señala un área de oportunidad para abordar otros factores que puedan estar influyendo en mayor medida.
En este sentido, aunque algunos estudios han demostrado una relación entre la alfabetización en salud mental y una reducción del estigma, la investigación reciente ha presentado resultados mixtos. La relación entre el conocimiento en salud mental y el estigma parece ser matizada y puede estar influenciada por diversos factores, como el tipo de enfermedad mental considerada. Así, al comparar los resultados de la presente investigación con otros estudios sobre la relación entre el conocimiento en salud mental y el estigma en salud mental, se destaca la necesidad de abordajes más integrados y contextualizados en la práctica clínica y en la investigación en psicología clínica. A pesar de la evidencia mixta sobre la correlación directa entre ambos aspectos, se sugiere que simplemente aumentar el conocimiento en salud mental no es suficiente para reducir el estigma. Por tanto, es fundamental considerar factores contextuales, sociodemográficos y específicos de los programas de alfabetización en salud mental al diseñar intervenciones. Esto implica la necesidad de estrategias más personalizadas y contextualizadas que aborden las complejidades del estigma en salud mental. Además, se requiere una mayor exploración en la investigación para comprender completamente esta interacción y desarrollar enfoques más efectivos en la práctica clínica que contribuyan a la reducción del estigma y mejoren el bienestar mental de las personas.
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