Entrada de presentación

El estigma de salud mental es una de las grandes barreras de la sociedad actualmente y tiene una influencia negativa.

La salud mental es más que la mera ausencia de trastornos mentales. Se da en un proceso complejo, que cada persona experimenta de una manera diferente, con diversos grados de dificultad y angustia y resultados sociales y clínicos que pueden ser muy diferentes.

La promoción y protección de la salud mental en el trabajo es una esfera de interés creciente, que puede favorecerse mediante la legislación y la reglamentación, estrategias organizacionales, capacitación de gerentes e intervenciones dirigidas a los trabajadores.

Los juicios de la comunidad casi siempre provienen de una falta de comprensión más que de información basada en hechos. Aprender a aceptar un diagnóstico y reconocer lo que se debe hacer para tratarla, buscar apoyo y ayudar a educar a otros para marcar una gran diferencia.

Los estigmas pueden manifestarse de diferentes maneras. Algunos ejemplos comunes incluyen el estigma asociado a la enfermedad mental, donde las personas que padecen trastornos psicológicos son estigmatizadas y enfrentan el temor, la marginación y la exclusión.

Para romper con el estigma social, debemos desafiar los prejuicios arraigados, cuestionar las normas sociales y fomentar una cultura de respeto y aceptación. Esto implica enfrentar nuestros propios prejuicios, escuchar y aprender de las experiencias de aquellos que son estigmatizados y tomar medidas concretas para combatir la discriminación en todas sus formas.

Conforme al trabajo en equipo, no se respeto el trabajo , el tiempo y opinión de miembros de mi equipo.

Hubo entorpecimiento de tiempos lo cual retrasaba a mis compañeros. Se hablo en varias ocasiones sobre el mismo tema y que nadie estaba por encima de nadie

Janneth Gabriela Reyes Martinez


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1. Introducción y antecedentes

Según Villarreal (2012) la estigmatización tiene múltiples fuentes como las personas que les rodean en la escuela, en el trabajo, los vecinos, los familiares y otros, los cuales toman actitudes hacia la persona que tiene algún tipo de trastorno en salud como señalándole, vergüenza de la persona y del posible trastorno de salud mental que padece, suponiendo que estas personas son un riesgo en el ámbito que se desarrollan y pudieran causarles daño.

Partiendo de esta preocupación, la relación entre el estigma hacia la salud mental y el conocimiento en esta área ha sido ampliamente estudiada. La investigación ha demostrado que factores como el contacto personal, la formación y la participación en acciones de salud mental influyen significativamente en la asociación entre el conocimiento sobre salud mental y la atribución de estigma (Moro y Rocha, 2022). Asimismo, investigaciones han explorado cómo la relación entre la salud mental y el estigma percibido puede ser moderada entre colegas, lo que sugiere que las interacciones sociales desempeñan un papel en la formación de percepciones sobre la salud mental (Huang et al., 2023).

Además, se han llevado a cabo investigaciones para determinar la conexión entre la alfabetización en salud mental y el estigma relacionado con los trastornos mentales. Estudios han encontrado una relación significativa entre el conocimiento sobre salud mental y la formación de estigma en la sociedad (Akasyah, 2020). Se ha destacado también el papel mediador del estigma en la enfermedad mental, evidenciando que el estigma actúa como un factor significativo entre el conocimiento sobre salud mental y comportamientos como el distanciamiento social (Wang et al., 2023).

Por otro lado, las investigaciones han profundizado en el impacto del conocimiento sobre salud mental en los resultados relacionados con el estigma. Estudios han demostrado que el estigma hacia la salud mental no es simplemente el resultado de la falta de conocimiento, sino que está influenciado por experiencias personales e interpersonales en este campo (Ng et al., 2023). Además, se ha explorado la relación entre el estigma de buscar tratamiento y el uso de servicios, con la alfabetización en salud mental jugando un papel en las decisiones de las personas para buscar atención (Williston et al., 2020). También, Martínez et al. (2021), trabajaron con 864 estudiantes mexicanos de Psicología y encontraron que el conocimiento, las actitudes y la experiencia de convivir con algún paciente psiquiátrico, son predictores de menos conductas de discriminación.

En Colombia se realizó un estudio sobre estigma-discriminación en médicos en formación (Ceballos et al., 2020), justificado por el uso frecuente del servicio de consultas médicas de los primeros niveles de atención y el hecho de no ser atendidos por un médico titulado podría acarrear sesgos. En el estudio (observacional, analítico y transversal), conformado por 507 estudiantes de medicina de dos universidades de Santa Marta, Colombia, los participantes respondieron el Mental Health Knowledge Schedule (MAKS). Se concluyó que el 22.6% de los estudiantes de medicina mostraron alto estigma-discriminación hacia los trastornos mentales. No se encontró asociación significativa entre edad, sexo, pareja, estrato, el nivel de formación, tipo de universidad con la presencia de estigma-discriminación.

Para investigar la relación entre el estigma hacia la salud mental y el conocimiento sobre esta en México, diversos estudios han utilizado diferentes escalas y evaluaciones. Por ejemplo, un estudio realizado por Mora-Ríos y Ortega-Ortega (2021) en México se utilizó la versión de la Escala de Percepción de Devaluación y Discriminación  (PDD) por Link (1987) y su asociación con variables sociodemográficas y contacto interpersonal en una muestra mexicana. La investigación tuvo como objetivo analizar las propiedades psicométricas de la escala PDD específicamente adaptada para la población mexicana, profundizando en la comprensión de cómo se percibe la devaluación y la discriminación hacia la enfermedad mental en el contexto mexicano y cómo estas percepciones son influenciadas por factores sociodemográficos e interacciones interpersonales. Se observó que las personas con un nivel educativo más alto podrían estar más conscientes de la devaluación en la sociedad hacia las personas con enfermedades mentales que otros grupos con educación más baja (F = 4.88, p = .005). Además, se encontró que la escala adaptada en México demostró una consistencia interna adecuada (α = .78).

De manera similar, la investigación llevada a cabo por Li et al. (2019) en Guangzhou, China, se centró en evaluar el impacto de la capacitación contra el estigma en la mejora de actitudes y la reducción de la discriminación hacia individuos con trastornos mentales entre trabajadores asistentes de cuidado. El estudio empleó la escala PDD desarrollada por Link, demostrando la relevancia de tales herramientas en contextos transculturales.

Estudios han demostrado que el estigma en salud mental, medido por la escala PDD, puede actuar como una barrera para buscar servicios de salud mental (Karamouzian et al., 2018). Además, la escala se ha empleado para evaluar la confiabilidad y validez de instrumentos relacionados con el estigma de la enfermedad mental en enfermería (Wang et al., 2021).

Favre et al. (2023) evaluaron el estigma relacionado con la enfermedad mental percibida por el personal de salud mental ocupacional no profesional utilizando la escala PDD y evaluaron el agotamiento con el Inventario de Burnout de Maslach. Solis-Soto et al. (2019) exploraron el estigma hacia las personas con trastornos mentales entre los trabajadores chilenos utilizando una versión adaptada de la PDD. Isaji (2023) también utilizó este instrumento para evaluar el estigma entre los usuarios de centros de día psiquiátricos en Japón. Por su parte, Nakanashi et al. (2021) evaluaron la efectividad de un programa de coproducción en la reducción del estigma contra la enfermedad mental utilizando dicha escala.

En general, la literatura sugiere una compleja interacción entre el estigma hacia la salud mental y el conocimiento sobre la salud mental. Factores como experiencias personales, interacciones sociales y conocimiento sobre salud mental contribuyen a dar forma a las actitudes y comportamientos de las personas hacia la enfermedad mental.

 Estos estudios demuestran la amplia aplicación de la escala PDD de Link en la evaluación de la percepción de devaluación y discriminación relacionadas con la enfermedad mental en diferentes poblaciones y grupos ocupacionales. La escala ha sido fundamental para comprender y medir el estigma hacia los trastornos mentales, destacando su importancia en la investigación orientada a abordar y reducir el estigma en diversos entornos.

Comprender el estigma y el conocimiento en salud mental es esencial para mejorar la calidad de vida de las personas con condiciones de salud mental. Estudios han destacado la importancia de abordar las preocupaciones sobre el estigma en la atención de salud mental y el impacto del estigma percibido en la salud mental y el bienestar (Birtel et al., 2017). Al utilizar herramientas como la escala PDD, es posible obtener información sobre las percepciones de devaluación y discriminación hacia los trastornos mentales, lo que puede informar intervenciones y políticas dirigidas a reducir el estigma y mejorar los resultados de salud mental.


2. Marco teórico y conceptual

Uno de los desafíos más complejos presentes en la sociedad es la lucha contra el estigma en relación con la salud mental. Aunque actualmente se ha intentado informar y quitar estos estigmas, ya que  las condiciones de salud mental son muy comunes en todo el mundo, las personas que viven con ellas frecuentemente llegan a experimentar discriminación y son tratadas de manera diferente por estar diagnosticado con algún trastorno, estar medicados e incluso asistir a terapia. Llega a existir miedo, incomprensión y  prejuicios que contribuyen al estigma y a la exclusión social de las personas que viven con condiciones de salud mental. Puede ocurrir con los amigos, compañeros de trabajo, miembros de la familia, conocidos y en todos los ámbitos en donde se desenvuelve la persona. El estigma en salud mental se interpone e impide que las personas busquen y obtengan la ayuda y la atención que necesitan en el camino a la recuperación. Las repercusiones de no detectar  y  tratar  un  problema  de  salud  mental a  tiempo  pueden  ser  muy  severas,  afectando a  la  salud  general  y  acabar  derivando  en  una condición discapacitante (Wainberg et al., 2017, como se citó en Rodríguez y Antolín, 2020).


Algunos conceptos básicos sobre estigma y actitudes sociales

La estigmatización es un proceso social complejo que caracteriza las relaciones sociales que la población establece con determinados grupos de personas, siendo un manifiesto negativo de rechazo o señalamiento (Cedeño, 2019; López et al., 2008; Vázquez y Stolkiner, 2009). Este proceso implica asignar etiquetas negativas o estereotipadas a ciertos individuos o grupos, lo que puede resultar en la discriminación y exclusión de estas personas. Según Link et al. (2004, como se citó en Sanjuan, 2011), la estigmatización se desarrolla a través de diferentes pasos, como el etiquetado cognitivo (selección en función de características sociales específicas), la estereotipia (categorización acompañada de una representación simplificada, generalizada y negativa), la separación cognitiva (crecaión de dos grupos separados), las reacciones emocionales (normalmente de índole negativa), (devaluación o percepción negativa del grupo estigmatizado) y la discriminación (conductual).

La estigmatización está presente en la actualidad en nuestras sociedades y afecta a numerosas personas y colectivos en diferentes contextos. En este sentido, las personas con trastornos mentales son estigmatizadas y enfrentan el temor, la marginación y la exclusión (Chang et al., 2018). Es fundamental comprender este proceso para poder abordar adecuadamente los desafíos asociados con la estigmatización y promover la igualdad y la inclusión en la sociedad.

Por otro lado, mientras que la estigmatización hace referencia a un proceso social, el estigma se define como la etiqueta o categoría social desacreditante hacia un grupo de personas, con base en estereotipos, actitudes y creencias negativas, que acaban  produciendo que los miembros que se adscriben a ese grupo sean discriminados, devaluados (considerados inferiores) y excluidos (Dovidio et al., 2000, como se citó en Sanjuan, 2011), afectando su percepción de sobre sí mismos y su aceptación en la sociedad (González et al., 2022). Goffman (1963), en su obra Stigma: Notes on the Management of Spoiled Identity, destaca cómo las personas con atributos estigmatizados enfrentan desafíos para gestionar sus identidades y navegar las percepciones sociales.

Entre los componentes del estigma, se encuentran los prejuicios, los cuales son juicios de valor anticipados generalmente negativos, y los estereotipos, definidos como la imagen o idea aceptada comúnmente por un grupo o sociedad, con carácter inmutable, con base en creencias, actitudes y percepciones populares, generalizadas y simplificadas sobre las características, rasgos, apariencia o comportamientos de grupos sociales específicos o de determinada clase de individuos (Chang et al., 2018; Julián et al., 2013). En este sentido, el estigma social se produce cuando la comunidad en la que se desarrolla el sujeto se comporta con prejuicios y estereotipos negativos hacia un grupo de personas (Tapia et al., 2015) y, en consecuencia, actúa discriminatoriamente hacia ellos. Estas actitudes estigmatizadoras pueden instalarse desde edades tempranas de la vida por medio del proceso de socialización. 

En concordancia con lo anterior, el estigma no se limita sólo a percepciones individuales, sino que también involucra actitudes sociales y factores estructurales. El estigma estructural, arraigado en reglas, regulaciones y leyes, perpetúa la discriminación contra grupos marginados (Almeida y Sousa, 2022). Abordar el estigma requiere un enfoque integral que considere tanto las experiencias individuales como los contextos sociales más amplios. Las intervenciones dirigidas a reducir el estigma deben apuntar no solo a cambiar las actitudes individuales, sino también a transformar las prácticas y políticas institucionales (Hempel et al., 2021).

El estigma no es estático y puede variar según los diferentes contextos y poblaciones. La investigación ha demostrado que el género, la cultura y condiciones de salud específicas pueden influir en la experiencia del estigma (Shamos et al., 2009). Comprender la interseccionalidad del estigma, como el edadismo y la demencia, es crucial para desarrollar estrategias efectivas para combatir la discriminación y mejorar la calidad de vida de las personas afectadas (Bacsu et al., 2023).

Es importante aclarar que, si bien el estigma y la discriminación están relacionados, mientras que el estigma se centra en la percepción y etiquetado negativo, la discriminación implica un comportamiento activo de trato desigual basado en ese estigma (Barria et al., 2016; Bravo et al., 2022). De esta manera, la discriminación se refiere a la acción de tratar a alguien de manera desigual o injusta debido a su pertenencia a un grupo específico, como resultado de prejuicios y estereotipos.  Considera toda distinción, exclusión, restricción o preferencia que tiene como resultado obstaculizar, restringir, impedir, menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio de los derechos humanos y libertades, en base a origen étnico, color de piel, género, discapacidades, etc. (Gobierno de México, 2015).  

Ahora bien, en lo que respecta al estigma en salud mental, este se caracteriza por la aceptación acrítica de estereotipos y prejuicios hacia aquellos que viven con trastornos mentales (llamados despectivamente locos o enfermos), siendo causa para la marginación y estigmatización social (Chang et al., 2018; Saavedra y Murvatian, 2022). De acuerdo con Ochoa et al. (2011), la cantidad de información que nos rodea sobre psicología y trastornos mentales es tan grande como errónea y llena de mitos ya descartados. Las personas con problemas psicológicos deben enfrentarse a un doble problema: los efectos derivados de las propias dificultades psicológicas y los efectos del estigma. De esta manera, las patologías mentales y físicas suponen un impacto en la vida de los familiares, ellos también presentan prejuicios, quienes a su vez la reciben de la sociedad. Puede surgir vergüenza y culpabilidad, causando el aislamiento de la persona.

Diversos estudios han identificado estereotipos que suelen incluir información con respecto a la peligrosidad, debilidad e incapacidad por parte del paciente (Tapia et al., 2015). Entre estas, destacan que las personas con trastornos mentales son peligrosas, dependientes, débiles, raras, solitarias, suponen una carga para la sociedad, no pueden trabajar de cara a la gente, etc. (Reavley y Jorm, 2011, como se citó en Rodríguez y Antolín, 2020). Estos estereotipos, por consecuencia, hacen que las personas tengan que enfrentarse no solo a su trastorno, sino también al rechazo asociado, influyendo negativamente en la búsqueda de trabajo y de vivienda o en el mantenimiento de relaciones sociales con amigos o pareja. Dichas consecuencias comportan un empeoramiento de su situación y llevan a una desadaptación social, una baja autoestima, depresión y un aumento de la carga familiar (Chang et al., 2018). 

El estigma supone una de las principales barreras para la detección precoz y la recuperación, ya que la vergüenza internalizada y el miedo al rechazo pueden llevar a ocultar los síntomas, negarse a pedir ayuda o seguir los tratamientos (Bacsu et al., 2023; Clement et al., 2015, como se citó en Rodríguez y Antolín, 2020; Almeida y Sousa, 2002), lo cual puede tener efectos perjudiciales en el bienestar de las personas con trastornos mentales (como el auto-rechazo) y en su acceso a servicios de salud (Zamora-Rondón et al., 2019). Además, el estigma puede ser percibido y experimentado por los usuarios de servicios de salud mental, influyendo en su proceso de recuperación (Geffner y Agrest, 2021).

En sí, el estigma en salud mental es un fenómeno complejo que afecta a las personas con trastornos mentales en diversos aspectos de sus vidas. Su comprensión y abordaje son fundamentales para promover la igualdad, la inclusión y el respeto hacia la diversidad en la sociedad.


Conocimiento en salud mental

El conocimiento en salud mental, según lo discutido por Chua et al. (2022) y Mansfield et al. (2020), constituye un elemento fundamental para promover el bienestar psicológico y abordar los desafíos relacionados con la salud mental. Esta comprensión no se limita simplemente a reconocer la presencia de trastornos mentales, sino que también implica la capacidad de entender la naturaleza y los síntomas específicos de estos trastornos. Además, el conocimiento en este campo incluye la habilidad para manejar y gestionar estos trastornos de manera efectiva, ya sea a través de estrategias de afrontamiento personal o mediante la búsqueda de ayuda profesional.

Asimismo, al profundizar en el concepto, se destaca la importancia de la prevención en salud mental (Santini et al., 2022). Esto implica no solo la capacidad de identificar factores de riesgo asociados con trastornos mentales, como el estrés crónico, la falta de apoyo social o los antecedentes familiares, sino también tomar medidas proactivas para mitigar estos riesgos y promover un entorno emocionalmente saludable.

Además, el conocimiento en salud mental implica estar al tanto de las intervenciones disponibles para abordar los trastornos mentales (Narita et al., 2021). Esto puede incluir terapias psicológicas, medicación psiquiátrica, programas de autocuidado, técnicas de mindfulness, entre otros recursos. La conciencia de estas opciones permite a las personas tomar decisiones informadas sobre su salud mental y buscar el tipo de ayuda que mejor se adapte a sus necesidades individuales.

De esta manera, el reconocimiento de la importancia de buscar ayuda profesional es un aspecto crucial del conocimiento en salud mental. A menudo, existe un estigma asociado con la salud mental que puede dificultar que las personas busquen ayuda cuando la necesitan. Sin embargo, comprender la importancia y la eficacia de la intervención profesional puede alentar a las personas a superar estas barreras y buscar el apoyo necesario para mejorar su bienestar emocional y psicológico. En este sentido, la relación entre el conocimiento de la salud mental y las actitudes hacia las enfermedades mentales es evidente, ya que un mayor conocimiento se asocia con actitudes más positivas (Jung y Kim, 2020).

3. Justificación

Un estudio publicado en el 2020 analizó investigaciones pasadas sobre estigma y salud mental, indica que los trastornos mentales prevalecen en todo el mundo (Waqas et al., 2020). De acuerdo con dicho estudio, titulado Interventions to Reduce Stigma Related to Mental Illnesses in Educational Institutes: a Systematic Review, los trastornos mentales representan el 7 % de las enfermedades a nivel mundial y causan el 16 % de las lesiones en personas de 10 a 19 años, haciendo del suicidio la tercera causa de muerte en adolescentes, quienes son una población social sumamente vulnerable, ya que buscan la aprobación de sus compañeros y las redes sociales.

No obstante, la postura de la Organización de las Naciones Unidas (2018) refiere que los derechos esenciales de los pacientes psiquiátricos no son respetados en su totalidad frecuentemente, como consecuencia de la presencia de estereotipos negativos de la población general hacia ellos, inclusive mediante acciones del personal sanitario, lo que obstaculiza el acceso a los servicios de salud y, en consecuencia, a sus procesos de recuperación.

Partiendo de lo anterior, se considera que el impacto del estigma en la salud mental dentro de la práctica de la psicología clínica es significativo y multifacético, ya que actúa como una barrera sustancial para el tratamiento de la salud mental y puede influir en la calidad de la atención proporcionada por los profesionales en este campo. Se ha demostrado que el estigma relacionado con la salud mental puede llevar a un aumento de la despersonalización, el agotamiento emocional y la disminución de la satisfacción laboral entre los proveedores de atención médica, incluidos los profesionales de la salud mental (Sastre-Rus et al., 2020). En este sentido, el impacto del estigma en los profesionales de la salud mental es sustancial, con estudios que indican que el estigma puede comprometer los resultados de salud y contribuir a actitudes negativas hacia las personas con enfermedades mentales (Iammarino et al., 2020). Además, el estigma internalizado entre el personal de salud mental con experiencia vivida en crisis mentales plantea preocupaciones sobre la autoestigmatización y sus posibles efectos en la calidad de la atención proporcionada (Stuetzle et al., 2023). Este estigma asociativo también puede afectar los resultados de las personas que buscan servicios de salud mental, potencialmente reduciendo los efectos beneficiosos del tratamiento y llevando a consecuencias negativas durante el proceso de búsqueda de ayuda (Bracke et al., 2019; Brewer et al., 2022), incluso entre estudiantes de posgrado en psicología clínica (Klein et al., 2023).

Abordar el estigma en la salud mental es crucial, y los profesionales de la salud, incluidos los clínicos, administradores y planificadores de programas, tienen la responsabilidad de enfrentar y reducir el estigma a través de diversos medios, como ampliar la literatura académica, mejorar la educación profesional y mejorar las oportunidades laborales en el sector de la salud mental (Alyousef, 2019). De no hacerlo, el estigma y la discriminación por parte de los profesionales de la salud mental, incluidos los psicólogos clínicos, pueden tener efectos perjudiciales en las personas que experimentan malestar mental (Taylor y Gordon, 2022). 

Además, el estigma en los entornos de atención de salud mental puede resultar en angustia prolongada, desconfianza y desempoderamiento entre los usuarios de servicios, lo que en última instancia socava su calidad de vida y agrava sus condiciones de salud mental (Sreeram et al., 2022). La presencia de estigma hacia las personas con enfermedades mentales entre los profesionales de la salud enfatiza la necesidad de intervenciones para reducir las creencias y actitudes estigmatizantes dentro de los entornos de atención médica (Eiroa-Orosa et al., 2020). Además, el doble estigma en los comportamientos de búsqueda de ayuda experimentado por grupos racializados con trastornos mentales subraya la importancia de abordar el autoestigma internalizado y el estigma racial para reducir las barreras para acceder a la atención en salud mental (Yu et al., 2022). 

En cuanto al desarrollo de las personas en su vida diaria, estudios han demostrado que las experiencias relacionadas con el estigma en la salud mental están asociadas con un mayor absentismo y presentismo, afectando la productividad y el bienestar (Berry et al., 2021). Además, el estigma puede influir en los resultados para las personas con enfermedades mentales, afectando sus experiencias, motivaciones y obstáculos para acceder a los servicios de salud mental (Diatmika y Karmila, 2022). El estigma en la salud mental también puede afectar la competencia emocional y el rendimiento académico entre los estudiantes, enfatizando la importancia de abordar el estigma en entornos educativos (Pei, 2022). 

Es importante destacar que la relevancia de ampliar el conocimiento sobre el estigma en salud mental en México se destaca a través de diversas investigaciones recientes. Estudios como el de Gervacio y Guillen (2023) resaltan la necesidad de mejorar la atención de la salud mental en México, evidenciando la insuficiencia de los recursos destinados a este fin. Además, Valdez-Santiago et al. (2021) analizan el marco legal en salud mental y suicidio en México, lo que subraya la importancia de contar con políticas efectivas en este ámbito.

La atención a la salud mental en México se ve afectada por diversas barreras, como se menciona en el estudio de Gómez-García et al. (2022), donde se aborda la problemática de las conductas suicidas y se destaca que incluso profesionales de la salud mental enfrentan desafíos en este sentido. Asimismo, Cerecero-García et al. (2020) señalan la importancia de mejorar la cobertura de diagnóstico y tratamiento de la depresión en la población mexicana. Por su parte, la investigación de Lagunes-Cordoba et al. (2020) y Lagunes-Cordoba et al. (2021) sobre las percepciones del estigma por parte de los usuarios de servicios de salud mental en México, así como de los profesionales en formación para brindar dicha atención, subraya la necesidad de abordar este tema de manera más amplia en la región, enfatizando la necesidad de identificar los factores que influyen en estas actitudes para combatir el estigma de manera efectiva dentro del sistema de salud.

Además, la salud mental infantil y la brecha de tratamiento en México son temas relevantes, como lo indican Suárez y Kazdin (2022), quienes proponen modelos para ampliar el acceso a los servicios de salud mental y reducir dicha brecha. Estos aspectos son  fundamentales para abordar de manera integral la salud mental en México y garantizar un adecuado cuidado a la población.

Retomando lo anterior, la investigación sobre el estigma en la salud mental en México es crucial debido a su impacto significativo en las personas con trastornos mentales y en el panorama general de la salud pública. La ampliación del conocimiento sobre el estigma en salud mental en México es crucial para mejorar la atención y promover el bienestar de la población. Por ello, es necesario seguir investigando y desarrollando políticas efectivas que aborden las barreras existentes y garanticen un acceso equitativo a los servicios de salud mental en el país. Mejorar el conocimiento respecto a la importancia de la salud mental y los problemas asociados podría disminuir las disparidades en la atención en este sector, lo cual es crucial en un país diverso como México.

Ahora bien, con respecto a la aproximación, realizar un estudio cuantitativo sobre el estigma en salud mental en México es conveniente para ampliar nuestro conocimiento sobre la magnitud y la naturaleza de este fenómeno en el país. Este enfoque nos permitirá identificar los factores clave que contribuyen al estigma, como la falta de información y los prejuicios culturales, y comparar tendencias con estudios similares en otras regiones. Los datos obtenidos serán esenciales para guiar el desarrollo de políticas y programas específicos destinados a reducir el estigma en salud mental en México, adaptados a las necesidades de la población. Además, este estudio cuantitativo puede mejorar la atención y el tratamiento de las personas con problemas de salud mental al reducir las barreras de acceso y mejorar la calidad de la atención disponible. Un estudio cuantitativo sería fundamental para proporcionar datos empíricos que respalden la implementación de intervenciones efectivas para reducir el estigma y promover la búsqueda de ayuda entre las personas que padecen trastornos mentales en el país.

Abordar el estigma en la salud mental es crucial para mejorar el acceso a la atención, mejorar los resultados del tratamiento y promover el bienestar tanto de las personas que buscan servicios de salud mental como de los profesionales que brindan atención, así como el impacto que pueda tener en otras áreas de su vida como el laboral o académico. Los esfuerzos para reducir el estigma, aumentar la educación en salud mental y fomentar entornos de apoyo son esenciales para mitigar los efectos perjudiciales del estigma en la práctica de la psicología clínica.

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4. Pregunta de investigación e hipótesis

Pregunta de investigación 

¿Cuál es la relación entre el conocimiento en salud mental y el estigma en salud mental en la población general en México? 


Hipótesis 

Hipótesis nula (H0): No hay correlación entre el nivel de conocimientos en salud mental y el grado de estigma en salud mental en la población estudiada. 

Hipótesis de trabajo (H1): Existe una correlación entre el nivel de conocimientos en salud mental y el grado de estigma en salud mental en la población estudiada, y esta es de tipo negativa.


5. Objetivos general y específicos

General 

Determinar la relación entre el nivel de conocimientos en salud mental y el grado de estigma en salud mental en población general adulta de México.

Específicos 

  • Evaluar el nivel de conocimientos en salud mental de la población de estudio mediante la aplicación de la Escala de Devaluación-Discriminación Percibida (Mora-Ríos y Ortega-Ortega, 2021).
  • Medir el grado de estigma en salud mental en la población de estudio utilizando el Cuestionario de Conocimientos en Salud Mental (Chen et al., 2018).
  • Analizar las puntuaciones obtenidas para identificar patrones de percepción de estigmatización en diferentes áreas de la vida social (empleo, relaciones interpersonales, etc.).
  • Examinar la relación entre los niveles de conocimientos en salud mental y el grado de estigma en salud mental.


6. Método

Tipo de estudio

El enfoque cuantitativo se seleccionó debido a su capacidad para proporcionar datos numéricos y medibles sobre el nivel de conocimientos en salud mental y el grado de estigma en salud mental en la población general en México. Esta metodología permite una medición precisa y objetiva de estas variables a través de instrumentos validados, como el Cuestionario de Conocimientos en Salud Mental (Chen et al., 2018) y la Escala de Percepción de la Discriminación y la Devaluación hacia la Enfermedad Mental, diseñada originalmente por Link (1987), y validada y adaptada culturalmente a la población de la Ciudad de Mexico (Mora-Ríos et al, 2013; Mora-Ríos y Ortega-Ortega, 2021), lo que garantiza la fiabilidad y la consistencia de los datos recopilados. Además, al utilizar un diseño transversal, se puede obtener una instantánea de la relación entre estas variables en un punto específico en el tiempo, lo que facilita la identificación de posibles patrones o asociaciones entre ellas. Esto es especialmente relevante para la investigación sobre la salud mental, donde la objetividad y la precisión en la medición son fundamentales para comprender mejor la complejidad de los factores que influyen en el estigma y los conocimientos en salud mental.


Diseño de investigación

Con base en Hernández-Sampieri y Mendoza (2018), el estudio descrito se considera transversal porque se recopilan datos en un solo momento en el tiempo, es decir, se realiza una sola medición de las variables de interés (conocimientos en salud mental y estigma en salud mental) en cada participante. Esto permite examinar la relación entre estas variables en un momento específico, sin seguir a los participantes a lo largo del tiempo. Además, se trata de un estudio correlacional porque el objetivo es determinar si existe una relación entre el nivel de conocimientos en salud mental y el grado de estigma en salud mental en la población estudiada. Al utilizar análisis estadísticos como correlaciones, se busca identificar si hay una asociación entre estas variables y en qué medida se relacionan, sin establecer una relación causal entre ellas.


Variables con definición operacional y conceptual

Retomando a Chua et al. (2022) y Mansfield et al. (2020), conceptualmente, la variable de conocimiento en salud mental se refiere a la comprensión que las personas tienen sobre su bienestar psicológico, incluyendo el reconocimiento, manejo y prevención de trastornos mentales específicos, la identificación de factores de riesgo asociados, la conciencia de intervenciones disponibles y la importancia de buscar ayuda profesional.

En este sentido, estudios realizados en población mexicana han demostrado que un mayor nivel de conocimiento en salud mental se relaciona con actitudes más favorables hacia esta temática (Gearing et al., 2023; Martínez et al., 2016; Martínez, 2022). Esta relación positiva entre el conocimiento y las actitudes lleva a una mayor disposición para procurar el bienestar y buscar atención en el ámbito de la salud mental. Estos hallazgos resaltan la importancia de promover la educación y la conciencia sobre la salud mental como un medio para fomentar actitudes positivas y mejorar el acceso a servicios de atención psicológica en la población.

Operacionalmente, la variable de conocimiento en salud mental se define como el puntaje total obtenido por un individuo en el Cuestionario de Conocimientos en Salud Mental (Chen et al., 2018), el cual consta de 25 ítems que evalúan la comprensión y la conciencia de la persona sobre una variedad de temas relacionados con la salud mental. Cada respuesta correcta en el cuestionario se valora con un punto, y la puntuación total se multiplica por 4 para obtener una puntuación de alfabetización en salud mental que varía de 0 a 100. Por lo tanto, el puntaje obtenido en el cuestionario se utiliza como indicador operativo del nivel de conocimiento en salud mental del individuo evaluado donde un rango de 0 a 33 corresponde a un nivel de conocimiento bajo, de 34 a 66, medio, y de 67 a 100, alto. En tanto a sus valores psicométricos, estos se retoman en el apartado de validez más adelante.

De manera teórica y retomando a Angermeyer et al. (2014), Bacsu et al. (2023), Chang et al. (2018), Link (1987) y Zavaleta et al. (2022) , el estigma en salud mental se refiere a los atributos o características sociales desacreditantes mediante los cuales las personas con alguna enfermedad mental son etiquetadas, estereotipadas o infravaloradas debido a las creencias que se tienen de ellas, afectando la percepción de un individuo sobre sí mismo y su aceptación en la sociedad, llevando al rechazo social, la exclusión y el trato desigual ante la sociedad.

Este constructo se define operacionalmente a partir de las puntuaciones obtenidas por cada dimensión que se consideró en la continuidad de la Escala de Devaluación-Discriminación Percibida adaptada culturalemente en población mexicana (Mora-Ríos y Ortega-Ortega, 2021), que consta de diecinueve afirmaciones que miden la percepción de estigma hacia las personas con enfermedades mentales. Las respuestas indican el grado de acuerdo con cada afirmación. En lugar de indagar sobre las propias percepciones de los informantes, los enunciados se presentan en la forma "La mayoría de la gente piensa o cree...", con el fin de reducir el factor de deseabilidad social. Las respuestas se dan en una escala Likert de cuatro puntos (0 = completamente en desacuerdo frente a 3 = completamente de acuerdo), donde los ítems 1, 2, 3, 4, 8 y 10 se califican en dirección inversa. En este sentido, el puntaje obtenido en la escala se utiliza como indicador operativo del grado de estigma en salud mental del individuo evaluado donde un rango de 0 a 19 corresponde a un grado de estigma bajo, de 20 a 38, medio, y de 39 a 57, alto. Puntuaciones altas indican una alta cantidad de estigma percibido.


Instrumentos de medición o recolección de datos

Para evaluar el nivel de percepción de estigmatización hacia personas con trastornos mentales, se aplicó la Escala de Devaluación-Discriminación Percibida (Link, 1987) a una muestra representativa de la población. Esta escala fue desarrollada para medir las percepciones de estigma hacia las personas con enfermedades mentales. Este instrumento se creó originalmente para un estudio que buscaba comprender los efectos del etiquetado en el área de los trastornos mentales, evaluando los efectos de las expectativas de rechazo. El instrumento indaga sobre el grado de acuerdo con afirmaciones que indican que la mayoría de las personas devalúan a los pacientes psiquiátricos actuales o anteriores al percibirlos como fracasados, menos inteligentes que otras personas y como individuos cuyas opiniones no deben tomarse en serio. También pregunta en qué medida el respondiente está de acuerdo con afirmaciones que indican que la mayoría de las personas discrimina a personas con trastornos mentales en diversas relaciones sociales.  El instrumento tiene una consistencia interna global de .76 (alfa de Cronbach), que varía de .75 a .88 en estudios internacionales (Mora-Ríos y Ortega-Ortega, 2021).

En el presente estudio, se retoma la versión de la escala adaptada semántica y culturalmente a la población urbana adulta de México (Mora-Ríos y Ortega-Ortega, 2021). Este instrumento consta de las 12 preguntas originalmente propuestas por Link (1987) más siete incluidas por razones de relevancia cultural, lo que suma un total de 19 preguntas. Estas siete preguntas comprenden la subescala de mitos y estereotipos. El cuestionario también incluye una sección sobre aspectos sociodemográficos (sexo, edad, educación, empleo) y tres preguntas que exploran el contacto interpersonal. Puntuaciones altas indican una alta cantidad de estigma percibido. Las respuestas se dan en una escala Likert de cuatro puntos (0 = completamente en desacuerdo frente a 3 = completamente de acuerdo). Los ítems 1, 2, 3, 4, 8 y 10 se califican en dirección inversa.

Por su parte, el Cuestionario de Conocimientos en Salud Mental (Chen et al., 2018) es una herramienta diseñada para evaluar el conocimiento de las personas sobre una variedad de temas relacionados con la salud mental. Este cuestionario consta de 25 ítems agrupados en cinco categorías diferentes, cada una centrada en un aspecto específico de la salud mental.

La primera categoría incluye cinco ítems (3, 5, 11, 21, 25), que abordan el conocimiento sobre el tratamiento y la prevención de problemas psicológicos. Estos ítems evalúan si los encuestados comprenden la importancia de buscar tratamiento adecuado y tomar medidas preventivas para abordar los problemas de salud mental.

La segunda categoría consta de seis ítems relacionados con el uso de alcohol y la adicción (2, 8, 12, 14, 19, 22). Estos ítems buscan evaluar la comprensión de los encuestados sobre los efectos del alcohol en la salud mental y la adicción al alcohol como un problema de salud mental.

La tercera categoría incluye seis ítems que exploran si los encuestados creen que ciertas condiciones específicas deben considerarse problemas psicológicos o psiquiátricos (1, 6, 10, 16, 18, 24). Estos ítems pueden ayudar a determinar la percepción de los encuestados sobre qué condiciones se consideran parte de la salud mental.

La cuarta categoría consta de cuatro ítems relacionados con el conocimiento sobre el suicidio (7, 13, 20, 23). Estos ítems evalúan si los encuestados comprenden los factores de riesgo asociados con el suicidio y la importancia de buscar ayuda profesional en caso de ideación suicida.

Finalmente, la quinta categoría incluye cuatro ítems relacionados con el conocimiento sobre la depresión (4, 9, 15, 17). Estos ítems evalúan si los encuestados comprenden los síntomas y las consecuencias de la depresión, así como la importancia de buscar tratamiento para esta afección.

Cada ítem del cuestionario tiene una respuesta correcta que se valora con un punto, lo que permite obtener una puntuación total que indica el nivel de conocimiento en salud mental de los encuestados. Las respuestas correctas son "sí" para ciertos ítems (3, 4, 6, 9, 10, 12, 13, 14, 15, 17, 19, 22 y 23) y "no" para otros (1, 2, 5, 7, 8, 11, 16, 18, 20, 21, 24 y 25). Al multiplicar esta puntuación total por 4, se obtiene una puntuación de alfabetización en salud mental que varía de 0 a 100, donde las puntuaciones más altas indican un mayor nivel de conocimiento en salud mental.

Ahora bien, para procurar el actuar ético del estudio, se presenta el documento de consentimiento informado, el cual garantiza total confidencialidad sobre sus resultados y el uso exclusivo de la información obtenida para  finalidades académicas  en esta investigación.

Tanto el cuestionario como la escala serán aplicados a través de un formulario de Google: https://forms.gle/NeFXQz1F3DMUqT2T8 


Muestreo y reclutamiento

El muestreo es de tipo no probabilístico, ya que, según Armijo et al. (2021) y Hernández et al. (2014), en esta la elección de los elementos no depende de la probabilidad, sino de las características de la investigación o los propósitos del investigador. Particularmente, se sigue un muestreo por conveniencia, debido a que la selección de los participantes no se realiza de manera aleatoria, sino que se eligen basándose en la disponibilidad y accesibilidad de los individuos. En este caso, los participantes se contactan y reclutan a través de una infografía compartida por medio de comunidades virtuales, lo que significa que aquellos que tengan acceso a la infografía y decidan participar formarán parte de la muestra, la cual contempla a un mínimo de 30 participantes adultos de entre 20 y 60 años, residentes de México.

De esta manera, los criterios de inclusión contemplan ser adulto de entre 18 y 60 años, ser residente de México y contar con la nacionalidad mexicana, tener acceso a la infografía compartida a través de comunidades virtuales y decidir participar en el estudio. Por su parte, los criterios de exclusión incluyen ser menor de 18 o mayor de 60 años, no ser residente de México, contar con otra nacionalidad distinta a la mexicana, no tener acceso a la infografía compartida a través de comunidades virtuales y decidir no participar en el estudio.


Consentimiento informado

Para garantizar la protección de los participantes en este estudio, se siguió un proceso de consentimiento informado adecuado, siguiendo las recomendaciones de Armijo et al. (2021), Hernandez-Sampieri y Mendoza (2018), Martínez (2017) y Sociedad Mexicana de Psicología (2010). En primer lugar, se proporcionó a los participantes información clara y comprensible sobre el propósito del estudio, los procedimientos involucrados, los posibles beneficios y riesgos, así como cualquier otro detalle relevante. Esto se llevó a cabo antes de que los participantes decidieran si deseaban participar en el estudio.

Es importante destacar que la participación en el estudio fue completamente voluntaria. Los participantes fueron informados acerca de su derecho a retirarse en cualquier momento sin consecuencias negativas, es decir, podían decidir no continuar con la aplicación de los instrumentos aún si habían comenzado a contestarlos (si bien, no fue el caso). Además, se les garantizó que toda la información proporcionada sería tratada de forma confidencial y que se tomarían medidas para proteger su privacidad, además de asegurarles que el tratamiento de los datos tendría un fin académico y no se utilizaría su información para otros fines.

Asimismo, para formalizar su participación, se solicitó a los participantes que proporcionaran su consentimiento de manera expresa, en este caso, firmando digitalmente. Se les informó también que podían solicitar una copia del formulario de consentimiento para su referencia. Además, se les proporcionó un contacto al que podían dirigirse en caso de tener preguntas o necesitar aclaraciones adicionales sobre el estudio, asegurando así que los participantes comprendieran la información proporcionada y tuvieran la oportunidad de hacer preguntas antes de decidir participar, así como posterior a la aplicación. Finalmente, se llevó a cabo el estudio siguiendo los principios éticos establecidos, contando con la aprobación del asesor. Se mantuvo un registro de todos los participantes que hubieran proporcionado su consentimiento para participar en el estudio, lo que garantizó la integridad ética de la investigación.


Procedimiento

En primer lugar, se diseñó una infografía informativa y atractiva que describiera de manera clara y concisa el objetivo del estudio y los requisitos para participar. Esta infografía se compartió en comunidades virtuales y redes sociales para llegar a un amplio grupo de personas interesadas en participar en la investigación, considerando que pertenecieran a la población general adulta de México de entre 20 y 60 años.

Una vez que las personas expresaron su interés en participar, se les proporcionó un enlace al formulario de consentimiento informado en línea. Este formulario incluyó información detallada sobre el estudio, sus objetivos, los procedimientos involucrados, los posibles riesgos y beneficios de participar, así como la confidencialidad de los datos. Además, los participantes tuvieron la oportunidad de contactarse con el equipo, hacer preguntas y confirmar su consentimiento antes de decidir voluntariamente participar en el estudio.

Una vez obtenido el consentimiento informado, los participantes completaron el cuestionario de conocimientos en salud mental y la escala de estigma en salud mental a través de Google Forms. En este sentido, un apartado del formulario incluyó el Cuestionario de Conocimientos en Salud Mental (Chen et al., 2018), el cual consta de 25 ítems agrupados en cinco categorías (tratamiento y prevención de problemas psicológicos, uso de alcohol y adicción, consideración de condiciones específicas como problemas psicológicos/psiquiátricos, suicidio y depresión.), mientras que una sección adicional contempló la Escala de Devaluación-Discriminación Percibida adaptada culturalmente a población adulta mexicana (Mora-Ríos y Ortega-Ortega, 2021) para evaluar el el grado de estigma en salud mental mediante 19 preguntas que abordan actitudes favorables hacia personas con trastornos mentales, la percepción social de devaluación y discriminación, así como mitos y estereotipos asociados, además de aspectos sociodemográficos relevantes (edad, sexo, educación, empleo, etc.).

Después de completar el cuestionario y la escala, los datos se exportaron en formato CSV y Excel para su posterior análisis. Se utilizó el software PSPP para realizar análisis estadísticos (descriptivos y correlacionales), con el fin de identificar posibles relaciones entre el nivel de conocimientos en salud mental y el grado de estigma en salud mental en la población estudiada, corroborando o refutando la correlación entre el nivel de conocimientos en salud mental y el grado de estigma en salud mental en la población estudiada.

Finalmente, se redactó un informe detallado de los resultados del estudio, que incluyó análisis estadísticos, interpretación de los hallazgos y conclusiones. Los resultados se compartirán con la comunidad académica (colegas del módulo 0810) y se utilizarán para informar sobre futuras intervenciones y políticas relacionadas con la salud mental y el estigma en México.


Creación de base de datos

Creación de base de datos En el caso de este estudio, se utilizó la plataforma de Google Forms (https://forms.gle/NeFXQz1F3DMUqT2T8) para recopilar los datos, lo que permitió una captura eficiente y estandarizada de la información de los participantes. El uso de formularios en línea facilitó la recolección de datos de manera remota, lo que permitió aumentar la participación y la accesibilidad de la muestra.

Una vez que los datos fueran recopilados a través de Google Forms, se exportaron en formatos CSV o Excel para su posterior análisis. Estos formatos son compatibles con software de análisis estadístico como PSPP (Free Software Foundation, 2013), lo que facilitó la importación y la manipulación de los datos para realizar análisis descriptivos y correlacionales. La utilización de este software facilitó la codificación y análisis posterior, con el fin de identificar posibles relaciones entre el nivel de conocimientos en salud mental y el grado de estigma en salud mental en la población estudiada, corroborando o refutando la correlación entre el nivel de conocimientos en salud mental y el grado de estigma en salud mental en la población estudiada.

La base de datos resultante contuvo información detallada sobre cada participante que permitió realizar análisis más detallados y precisos sobre la relación entre el conocimiento en salud mental y el estigma en salud mental en la población estudiada.

Es importante destacar que, de acuerdo a Hernández-Sampieri y Mendoza (2018), la organización adecuada de la base de datos es crucial para facilitar la identificación de patrones y tendencias en los datos, así como para asegurar la confidencialidad y la privacidad de la información de los participantes. Además, una base de datos bien estructurada facilita la replicabilidad de la investigación y la comparación de resultados con estudios similares en el futuro.


Cuidado de los aspectos éticos

Como profesionales de la salud en formación, se buscó conducir un actuar responsable a lo largo de la investigación, teniendo presente en todo momento un manejo profesional con veracidad científica, siguiendo los principios del código ético del psicólogo (Sociedad Mexicana de Psicología, 2010) para respetar la dignidad y los derechos de las personas que decidan participar en ella, cuidando la protección del derecho a la privacidad, su autodeterminación, libertad y justicia, así como el consentimiento informado, la confidencialidad, la autonomía, el trato justo, la igualdad y el derecho a establecer o terminar la relación con el psicólogo.

En este sentido, al recopilar datos de los participantes tanto sociodemográficas como con respecto a temas sensibles, el resguardo y confidencialidad se volvió esencial, garantizando que ninguna información sea divulgada o susceptible de algún uso diferente al establecido al de la investigación misma. Fue importante que los participantes fueran conscientes de ello antes incluso de participar, siendo expresado explícitamente por el equipo. 

Asimismo, buscamos actuar con cuidado competente de la responsabilidad profesional y científica al seguir los principios Éticos de los Psicólogos y Código de Conducta American Psychological Association, 2002 (2003) como:

Beneficencia y no maleficencia.

Parte de nuestro objetivo, en sumar con nuestra investigación con respecto al estigma en salud mental en personas con trastornos mentales en población en general dentro del rango de edad señalada aportando información y resultados que favorezcan al diagnóstico y tratamiento de pacientes y familiares o la misma población en general en la salud mental y su cuidado. En el proceso, la misma investigación contempló no vulnerar de ninguna manera a ningún participante y se tuvieron contemplados riesgos potenciales que pudieran surgir, externándolos desde un principio y proveyendo de un contacto para que puedan comunicar esta situación los particpantes, ya sea que les demos respuesta o recurramos a nuestro asesor.

 Principio de fidelidad y responsabilidad.

Establecer relaciones de confianza con cada uno de los participantes y del propio equipo de investigadores. Firmemente al ser psicólogos en formación, aceptamos y nos comprometimos con nuestro asesor a cargo el maestro Javier Darío Ríos Castillo, con el mismo equipo, con nuestra honorable institución académica FESI UNAM y con nuestros particpantes, aceptando la responsabilidad de llevar a cabo nuestro proyecto con calidad y buscar solución si es que se presentara algún conflicto de interés que pudiera interferir en el desarrollo del proyecto.

Integridad. 

Tal cual lo señala la American Psychological Association (2023), nuestra labor fue promover con precisión, honestidad y veracidad científica en nuestra práctica psicológica; citando y reconociendo la autoría de los materiales y herramientas (como se ha establecido con los instrumentos estandarizados empleados o recursos citados), trabajos, participaciones o servicios que contribuyen o sean participen en la investigación evitando en todo momento caer en actividades de riesgo o fraudulentas que afecten el propósito de nuestra investigación.

 Justicia. 

Reconociendo la igualdad y trato justo de cada una de las personas que intervengan en el estudio, en todo momento nos conducimos libres de prejuicios, reconociendo las fronteras y los límites de nuestra intervención, mismas de no quebrantar.

Es de igual manera importante señalar que parte del cuidado en aspectos éticos que tuvimos a consideración fueron las posibles diferencias en variables como las culturales, rol, género, edad, etc., buscando que la intervención fuera culturalmente valida y que no impusieramos prácticas discriminatorias en el proceso.

Asimismo, según La Asociación Estadounidense de Psicología (APA, 2017) en cuanto a la investigación en su sección 8 se refiere a:

Aprobación institucional

Previamente obtuvimos la aprobación de nuestra institución al exponer y brindar la información precisa del objeto de nuestro estudio y posterior a su aprobación para que se lleve a cabo con la formalidad y el respaldo de profesionales competentes.

 Consentimiento informado para la investigación

Tuvo que estar diseñado con las características correspondientes y que cumplan con el estándar requerido como el propósito de la investigación, duración del estudio y su procedimiento; derecho a negarse a participar y/o retirarse de la investigación; si existiese consecuencias de rechazar o retirarse; riesgos potenciales, molestias o efectos adversos; beneficio de la investigación; límites de confidencialidad; incentivos por participación; contacto para dudas sobre la investigación.

También señala con respecto al cuidado con el que debemos de evitar el engaño en la investigación con el uso de técnicas engañosas o que causen dolor físico o angustia emocional grave, por lo que nos vemos obligados a ser claros en todo momento.

Con respecto al informe, los participantes tuvieron el derecho y nosotros la obligación de informar la naturaleza de la investigación, resultados y conclusiones de la intervención.

Por último, fue de vital importancia la no fabricación de datos, declaraciones falsas o errores significativos en datos publicados y si se presentara por factor error hacer la corrección pertinente. Evitar la duplicidad de datos o de trabajos previos con autoría ajena a la suya.


Análisis pertinentes

El análisis de datos para el estudio descrito se realizó mediante una prueba de correlación de Pearson con el objetivo de correlacionar el conocimiento en salud mental y el estigma en salud mental. Según Hernández et al. (2014), el coeficiente de correlación de Pearson establece que a mayor X, mayor Y o a mayor X, menor Y. En el caso del estudio descrito, se planteó que las personas con mayores conocimientos en salud mental tendrían niveles más bajos de estigma hacia las personas con trastornos mentales. Este coeficiente se calcula a partir de las puntuaciones obtenidas en una muestra en dos variables, relacionando las puntuaciones recolectadas de una variable con las puntuaciones obtenidas de la otra, con los mismos participantes o casos. La aplicación de esta prueba permitió determinar la fuerza y la dirección de la relación entre el conocimiento en salud mental y el estigma en salud mental en la población estudiada, lo que contribuyó a comprender mejor cómo influyen los conocimientos en la percepción y actitudes hacia los trastornos mentales.

Siguiendo a Hernández-Sampieri et al. (2018), la interpretación de la correlación de Pearson se basa en el valor obtenido, que puede variar de -1 a 1. Un valor de 1 indica una correlación perfecta positiva, es decir, que a medida que una variable aumenta, la otra también lo hace de manera proporcional. Un valor de -1 indica una correlación perfecta negativa, lo que significa que a medida que una variable aumenta, la otra disminuye de manera proporcional. Un valor de 0 indica que no hay correlación entre las dos variables.

La significancia estadística de la correlación se determina mediante un valor p, que indica la probabilidad de obtener una correlación tan extrema como la observada en la muestra si no hay una correlación real en la población. Un valor de p menor a 0.05 se considera generalmente como estadísticamente significativo, lo que sugiere que la correlación observada en la muestra es probablemente real y no debida al azar.

De esta manera, la correlación de Pearson permitió determinar si existe una relación lineal entre el conocimiento en salud mental y el estigma en salud mental en la población estudiada, así como la dirección y la fuerza de esta relación. Esto proporcionó información valiosa sobre cómo influyen los conocimientos en la percepción y actitudes hacia los trastornos mentales. Es importante destacar que un tamaño de muestra suficientemente grande y una distribución normal de los datos mejorarán la fiabilidad y la validez de los resultados obtenidos mediante este análisis estadístico.

Además de la correlación de Pearson, la estadística descriptiva complementó el análisis proporcionando información detallada sobre las características de los datos (Hernández-Sampieri y Mendoza, 2018). Por ejemplo, medidas de tendencia central ayudaron a comprender la distribución de las puntuaciones y a identificar posibles patrones en los datos. Asimismo, se calculó la desviación estándar para evaluar la dispersión de las puntuaciones y tener una idea de la variabilidad de las respuestas en la muestra. Estas medidas descriptivas proporcionaron una visión más completa de los datos y ayudarían a contextualizar los resultados de la correlación de Pearson.

Posteriormente se realizó el análisis de la normalidad de los datos obtenidos a través de una prueba Shapiro-Wilk, que, según Novales (2010, como se citó en Tapia y Cevallos, 2021), se emplea para contrastar normalidad cuando el tamaño de la muestra es menor a 50 unidades. Cuando la muestra es como máximo de tamaño 50, se puede contrastar la normalidad con la prueba de Shapiro-Wilk, procediéndose a calcular la media y la varianza.


Resultados esperados

Los resultados esperados para este estudio apuntaban en un inicio hacia una correlación negativa entre el conocimiento en salud mental y el estigma hacia las personas con trastornos mentales. Según Armijo et al. (2021), este tipo de correlación corresponde a los casos en los que el aumento en los valores de X (un mayor conocimiento en salud mental) se asocia a una disminución de valores en Y (un nivel más bajo en estigma hacia las personas con trastornos mentales). Tal como se plantea en Hernández et al. (2014), la interpretación del coeficiente r de Pearson puede variar de -1.00 a +1.00. En el caso del estudio descrito se esperaba un -0.50, correlación negativa media;  a -1.0, que representa una correlación negativa perfecta, es decir, cada que X aumenta, Y disminuye siempre una cantidad constante. Después del análisis de datos se esperaba comprobar que entre mayor conocimiento se tenga de salud mental, habrá un nivel más bajo de estigma hacia personas con trastornos mentales, lo que respaldaría la importancia de la educación y la sensibilización en la reducción del estigma hacia la salud mental.


Manejo de la validez interna y externa

A lo largo del estudio se buscó cuidar distintos aspectos que favorezcan la validez y la confiabilidad del estudio.

Siguiendo a Hernández-Sampieri y Mendoza (2018), la validez interna refleja una adecuada selección o construcción del instrumento mediante el cual se recolecta la información deseada, conjugando la teoría que enmarca el estudio con las características teóricas y empíricas del instrumento.

En este sentido la aplicación del formulario en línea consideró principalmente el cuidado a través de la claridad y la consistencia en la presentación de las preguntas y las instrucciones. Por ello, se aseguró que las preguntas fueran comprensibles y relevantes para la población objetivo, evitando ambigüedades y términos técnicos que pudieran generar confusiones. Además, se utilizó un lenguaje sencillo y accesible para asegurar que todos los participantes pudieran entender correctamente las preguntas.

Con respecto a los instrumentos puntuales, se empleó la versión de la Escala de Devaluación-Discriminación Percibida adaptada culturalmente para la población mexicana (Mora-Ríos et al., 2013; Mora-Ríos y Ortega-Ortega, 2021), habiendo sido sometida a varios procesos importantes que contribuyen a su validez interna en este contexto. En primer lugar, este instrumento pasó por un proceso de traducción y retrotraducción de la escala siguiendo las recomendaciones internacionales para garantizar la equivalencia lingüística y conceptual. Posteriormente, se realizó un análisis de la estructura factorial de la escala adaptada en la población mexicana, lo que permitió confirmar que los ítems agrupados en las diferentes dimensiones de la escala mantuvieron su coherencia interna y validez de constructo en este contexto. Además, la consistencia interna de la escala adaptada, medida a través del coeficiente alfa de Cronbach, arrojó un valor de 0.78, lo que indica que los ítems de la escala están correlacionados de manera consistente entre sí, demostrando una adecuada fiabilidad de la escala para medir el estigma percibido en salud mental en la población mexicana (Mora-Ríos y Ortega-Ortega, 2021). Asimismo, el análisis factorial confirmatorio (AFC) identificó tres subfactores de la escala (mitos y estereotipos, actitudes favorables y exclusión social), los cuales explican el 57.8% de la varianza total. De esta manera, al utilizar esta escala es posible tener mayor certeza de que los resultados obtenidos en el estudio son correctos para las personas a las que se les aplicará.

Por su parte, en cuanto al Cuestionario de Conocimientos en Salud Mental, aunque no ha sido adaptado específicamente para la población mexicana, su validación previa en otros contextos culturales y lingüísticos proporciona cierta confianza en su aplicabilidad en este estudio, considerando también que ha sido aplicado a población adulta como en este estudio (Chen et al., 2018; Xiong et al., 2020). Además, la consistencia interna del cuestionario, medida a través del coeficiente alfa de Cronbach, obtuvo un valor de 0.71, lo que indica una aceptable consistencia interna de las respuestas en la muestra estudiada (Chen et al., 2018), mostrando también una mayor confiabilidad del instrumento usado. Asimismo, el análisis factorial exploratorio identificó seis factores que explican el 51% de la varianza, lo que sugiere una estructura factorial clara y coherente para el cuestionario. El análisis confirmatorio también respaldó la validez del cuestionario, con un índice de ajuste comparativo (CFI) de 0.86 y un índice de Tucker-Lewis (TLI) de 0.84, indicando un buen ajuste del modelo a los datos observados. Estos valores psicométricos respaldan la validez como una herramienta adecuada para medir el conocimiento sobre salud mental en la población estudiada.

Con lo que respecta a la validez externa, Hernández-Sampieri y Mendoza (2018), consideran que se refiere a qué tan generalizables son los resultados de un estudio a situaciones no controladas, así como a otros participantes, personas, casos o poblaciones, así como fenómenos y contextos a los cuales se aplican.

Para garantizar la validez externa del estudio, se utilizaron estrategias como la convocatoria a través de comunidades virtuales y la aplicación del cuestionario en línea, lo que permitió alcanzar a una audiencia más amplia y facilitó la participación de individuos de diferentes regiones de México, aumentando la representatividad y generalizabilidad de los resultados. Además, se establecieron criterios claros de inclusión y exclusión de participantes para controlar posibles variables de confusión y asegurar la homogeneidad de la muestra en términos de edad, nacionalidad y otros criterios relevantes para el estudio.